martes, 8 de septiembre de 2009

Genesis que se adelanta por unos dias al apocalipsis..



En el principio era el centro, y la nacion mexicana estaba desordenada y casi vacia y la existencia del Centro obligo a la creacion de los alrededores , y todos supieron que el Centro lo era no por su ubicacion sino por su dogma fundador: lo central apenas depende de la presencia de lo secundario, lo central es autonomo o no es nada.
Durante las 7 primeras decadas del siglo xx , unos cuantos barrios de la ciudad de Mexico son el centro del comercio, de la politica, de la religion, del pintoriquismo, de la vida nocturna, de la pobreza arquetipica, de los vestigios de los alrededores suntuosos de la Plaza Mayor. A las ganas de impresionar a los subditos del rey con edificios y decoraciones y las pretensiones sucesivas de grandeza gubernamental, se unen en los siglos sucesivos los acontecimientos que dejan huella; la entrada de los ejercitos revolucionarios, las manifestaciones de adhesion o protesta, las legiones de habitantes, cliente y paseantes. Con todo estos, el Centro fue la sintesis inmejorable de lo que se entendia por Mexico, el cumnulo de epocas historicas y situaciones contradictorias, el pais que posponia y alentaba simultaneamente la modernidad.

Los proceres del derecho que festejan en las cantinas sus victorias por el forcejeo de expedientes, la pasarela de los restaurantes, el hervidero de cantinas, los cafes chinos, las elites literarias. Eje del orden y el desmadre, de las tradiciones y las innovaciones, de la metamorfosis de lo viejo y lo nuevo en un microcosmos sin edad.
Mercados que con malicia presagian los Malls, iglesias virreinales dejadas de la mano de DIos. Cabarets donde a la hora del danzon se apretujan los melodramas.
Vecindades dispuestas como museos de los simbolos de la penuria decente, edificios tan lugubres que mejoran por contraste el aspecto de sus inquilinnos.
Mexico, el centro, la definicion voluntaria de lo capitalino, el alamacen de las nostalgias prematuras y postumas.
Si las tradiciones persisten, es porque sus practicantes todavía no desocupan su cuarto y si la sordidez arraiga, es porque como que va con el rumbo.
Nada es suficientemente viejo ni convicentemente nuevo, y las ostentación y la avaricia dan igual.
La complacencia del deterioro que ya es en si misma un proyecto de fuga... la culminacion de la cronica de las costumbres.. el oir sin cesar boleros para musicalizar las rutinas de la vida y el corazon.


Carlos Monsiváis.

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