De la frontera tomo una combi que me lleva a Panajachel. Intento recuperar algo de sueño ya que hace mas de 15 hs que viajo, pero no lo logro ya que las curvas de la carretera me ¨animan¨ a disfrutar el paisaje. Una batidora forestal, acompañada de la neblina digna de la altura,el baibèn de mi cuerpo librado a la inercia del movimiento dibuja una coreografìa en cada maniobra inesperada. Hay plantaciones de milpa y cafetales en las laderas de las montañas a lo largo del camino, hay personitas, si logras descubrirlas debajo de los pilares de leña que transportan en sus espaldas... La gran mayorìa mujeres con glamorosos pañuelos tejidos con los colores mas brillantes en hilo de seda que si los usara la Polaka en un show de Carmen serìa puro Rock, pero no, esto es HARDCORE. Envuelto en los pañuelos las mujeres transportan toda clase de mercancìas,las mas avanzadas de esta ciencia logran formar una piràmide casi artìstica para llevarlo sobre su cabeza, resulta de una destreza facinante las destreza de semejante labor... la estètica es una mezcla de una pose de yoga invertida con un atuendo faraònico cargando con un esfuerzo sobre humano que desafìa los lìmites de gravedad. Mujeres pequeñas de manitas laboriosas y quebradizas, con un acordeòn de arrugas que se solapan en su rostro como un testamento de su integridad. Sus ojos saltones te hipnotizan al instante. Siempre la elegancia manifiesta en sus blusas bordadas con estridentes colores que dan vida a semejante rutina laboriosa.
Desde tiempo remotos ¨cargan¨ con su tradiciòn, que no inquieta sus espirìtus ya que el maìz es una bendiciòn y caminan asì descalzas actualizando cada paso de su historia, que no es pasado sino presente, por su firme convicciòn.
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